Judíos y musulmanes, una sola voz

17/Jul/2023

El Observador- por Saúl Gilvich, Vicepresidente del Congreso Judío Mundial

El Observador- por Saúl Gilvich, Vicepresidente del Congreso Judío Mundial

“Esta semana por primera vez los líderes de las comunidades judías y musulmanas de América Latina nos reunimos en Buenos Aires convocados por el Congreso Judío Mundial (CJM) y la Liga Islámica Mundial (LIM) en conjunto, una alianza que recién da sus primeros pasos en la región pero de la que seguro veremos grandes cosas en el próximo tiempo.” Crédito foto: Congreso Judío Latinoamericano.

Rabinos, imanes, dirigentes comunitarios y jóvenes líderes de 12 países compartimos dos días de historias, buenas prácticas y abrazos fraternos, un acontecimiento que en muchas otras regiones del mundo puede parecer ciencia ficción, pero para los latinoamericanos no es sorpresa alguna. Tenemos la fortuna de vivir en sociedades plurales y respetuosas por la diversidad religiosa.

Fue la virtualidad a la que nos vimos obligados durante la pandemia del COVID 19 la que motorizó la consolidación de esta alianza regional de líderes que trabajamos localmente en el diálogo judeo musulmán, y que por primera vez se encontró cara a cara esta semana.

Por supuesto que no fue magia. Desde hace décadas que venimos construyendo los vínculos de confianza y lazos de amistad, sin prisa, pero sin pausa, que nos trajeron hoy hasta aquí. Fueron el trabajo cotidiano e incesante, pero en especial el coraje y la convicción de los líderes, nucleados en CJM y la LIM, los que hicieron posible lo que alguna vez parecía impensado.

El acontecimiento de esta semana es fiel testimonio de que el camino del diálogo es sinuoso pero la recompensa es grande. Y es la prueba y el impulso que necesitan los jóvenes para tomar la posta.

Incluso después de tantos años de experiencia por primera vez hubo algo que en este encuentro que me tomó por sorpresa. A pesar de mis esfuerzos, no lograba distinguir entre los oradores quiénes eran judíos y quienes musulmanes. Las palabras eran las mismas, los valores eran compartidos, y todos los comentarios e intervenciones aplicaban a cualquiera de las dos comunidades. Por fin nos unimos en una sola voz.

Y se hizo oír también fuerte y clara la voz de los jóvenes, con un pedido enérgico a las generaciones anteriores: necesitan nuestro apoyo. La juventud tiene ganas, tiene fuerzas, tiene ideas, tiene tiempo, tiene futuro. No necesitan nuestras indicaciones ni ser instruidos. Solo piden que les demos el lugar, sostengamos sus espaldas y les recordemos de vez en cuando que están transitando el camino correcto.

¿Y ahora, cómo seguimos? Muchos desafíos nos esperan para continuar sosteniendo y preservando la convivencia en América Latina, en especial en estos días en las que las noticias que recibimos de muchas partes del mundo son poco alentadoras para todos aquellos que anhelamos profundamente la paz y la armonía. Pero la alianza que estamos construyendo con la Liga Islámica Mundial, que cada vez se demuestra más sólida, es un punto de partida fundamental para dotar de institucionalidad y solidez a nuestras prácticas cotidianas de convivencia, y una oportunidad clave para exportar las buenas prácticas de las que podemos jactarnos los latinoamericanos hacia otras comunidades en otras latitudes.

Esta semana empezamos a escribir un nuevo capítulo en nuestra historia compartida, que no es el relato de nuestros antepasados sino que es una narrativa nueva, que mira hacia la construcción de un futuro compartido de paz y convivencia. Lo que suceda en la próxima temporada depende de nosotros.